Me dormí de repente… ¿O seguía despierta? Estaba tumbada en la cama
me giré y allí estaba él, sentí deseo de abrazarle, besarle y amarlo,
pero no podía, estaba inmóvil, como si me hubiesen amarrado en la cama o
como si algo me prohibiese estar con él…
Tampoco podía hablar, pero el
deseo cada vez se hacía más fuerte. Él pareció leerme el pensamiento y
empezó a besarme, acariciarme, yo seguía sin poder moverme, era una
tortura, notaba como mi cuerpo se estremecía ante sus manos, ¡Qué
traviesas eran sus manos! Pero yo quería mas, y mas pero cuanto más
quería, menos recibía, parecía sobrecogido cuando me miró, sus ojos
expresaban a la vez miedo y deseo, como si se acabase de dar cuenta de
que yo era su mayor tentación, pero que también estaba prohibida.
Me desperté sobresaltada, pero aliviada al comprobar que podía
moverme. Estaba tumbada en la cama, me giré y allí estaba él, sentí
deseo de abrazarle, besarle y amarlo